viernes, 15 de enero de 2010

La posibilidad de una isla

El primer libro que este curso hemos leído y debatido en nuestro club ha sido “La posibilidad de una isla” de Michel Houellebecq (sitio oficial, aquí). Como es habitual en este autor, ha generado entre nosotras una encendida polémica que sería muy largo resumir aquí. Así pues nos limitamos a reproducir la opinión expresada por una de nuestras socias, Capilla Navarro. Téngase en cuenta que no se trata de un comentario escrito con el propósito de ser leído como reseña erudita, sino la sencilla (y certera) opinión que Capilla compartió con el resto del grupo y que recoge en gran media muchos aspectos compartidos por las demás:

…Para bien o para mal este autor no deja impasible a las/os osadas/os lectoras/es.

A pesar de no haber estado en directo en todos los debates, he seguido los detalles a través de vuestros correos, sobre todo, el quebrantamiento del alma que Ana ha tenido que sufrir al enfrentarse a esta lectura y su lucha por llegar hasta el final, a su pesar. Las defensas de Paloma de mantenernos como lectoras críticas y aceptar al protagonista como el personaje de una novela de ficción. … En esta novela yo he visto reflejados muchos de los mitos y de los "valores" ("antivalores" permitidme el palabro) que en nuestra sociedad están imperando: aferrarse a la juventud, la supremacía del dinero, de la fama, el poder, el sexo rejuvenecedor, el sexo materialista, burdo y frío, el placer egoísta sin consecuencias, la falta de responsabilidad, el olvido de los otros/as, la búsqueda de una espiritualidad ficticia y egocéntrica, la búsqueda del sexo descarnado, la sociedad "del bienestar" de los ricos o aspirantes a ricos; la búsqueda de la felicidad en la artificiosidad de las fiestas y de las drogas.

El texto me llena de soledad y, desgraciadamente, sí he encontrado en personas conocidas, desconocidas y en mí misma reflejos de lo que aquí se cuenta. La esperanza en que el futuro será mejor aquí está completamente en entredicho dándonos una visión apocalíptica de la deshumanización a la que nos estamos encaminando, del automatismo de las relaciones interpersonales, de la mecanización de nuestras comunicaciones. Al final, un rayo de esperanza. Lanza un salvavidas a las agotadas lectoras que con la rebelión de los dos clones esperamos que la cordura salve si no a la humanidad por lo menos a nuestros futuros clones.

El protagonista hace que nos sintamos mejores pues estar a su altura es caer muy, muy bajo y, por mucho que pequemos de baja autoestima, siempre estaremos más arriba que nuestro descarnado y depravado hombre cuarentón prototipo de muchos machos de nuestro mundo.

Es un libro escrito por un hombre que refleja muchas de las fantasías y de la realidad de chulazos perdonavidas que triunfan sin escrúpulos en un mundo en el que se ven acogidos y, en muchas ocasiones, ensalzados por los de su misma especie como triunfadores indiscutibles.

En este libro no triunfan los buenos. El precio es la destrucción del espíritu. Aquí el protagonista no tiene que vender su alma al diablo, ya no tiene que encarnarse Mefistófeles para tentar el alma del hombre ganándola para el infierno del mundo cristiano. A estas alturas a quién le importa el espíritu del individuo. Todo está al alcance de las baldas del supermercado vital solo depende de lo que quieras coger. Estamos cansadas de ver rostros que no envejecen por las múltiples cirugías estéticas, pechos alzados, las arrugas son síntoma de pobreza y de mediocridad, la sabiduría de los mayores no existe, los triunfos deben de conseguirse antes de los treinta y que sean de muchos euros, se valora que señores decrépitos lleven a su lado a mujeronas siliconadas de labios negroides a las que tendrán que complacer con un sexo de viagra y, sobre todo, con suculentos cheques. El amor se compra y se usa por días. El sexo clásico ha dejado de estar de moda y ansiamos nuevas experiencias que se asemejen lo que revistas e Internet nos muestran.

El poder, perdurar en el tiempo, la inmortalidad, ...son temas que en la literatura nos han dejado excelsas páginas. Houllebecq le ha dado una interpretación ácida y corruptora de la sensibilidad. Ahora nos toca a nosotras radiografiar a nuestra sociedad y nuestro entorno y no permitir que esta deshumanización nos contamine en exceso.

Me gustaría parecerme al último clon y no permitir que me tengan encerrada en una burbuja de incomunicación y de materialismo. Poder huir y alimentar mi espíritu del color y del calor humano.

No hay comentarios: