lunes, 30 de abril de 2007

El Palacio de la Luna

En la última sesión de nuestro club se decidió que la lectura que nos ocupará durante las próximas semanas será la del libro "El Palacio de la Luna" (1989) de Paul Auster.

Aquí os dejamos un pequeño video inspirado en esta novela.


viernes, 27 de abril de 2007

¿Happy End?

Hemos finalizado un nuevo libro. Otro más en el haber de nuestro club que, poco a poco, va creciendo y madurando como los niños a los que se les quiere y se les mima desde el principio.
Caperucita en Manhattan ha supuesto para algunas de nosotras un reencuentro con anhelos de la infancia, con ese ansia de independencia que tenemos de niños vista con la ingenuidad característica de los primeros años.
Esta vez la Caperucita reflejada en la historia por Martín Gaite se manifiesta como una niña madura, absolutamente respetuosa con la privacidad de los demás (intimidad de la que ella se ve privada por su madre en un esfuerzo por sobreprotegerla), que entiende inmediatamente el momento en el que se encuentra su abuela mientras baila con un antiguo admirador. ¿No sería este un final maravilloso para nuestra historia? Podría ser, sin embargo eso hubiera supuesto dejar a Caperucita sin una merecida recompensa. Hubiera sido un final propio del cine al que tantas referencias ha hecho la autora en este libro, aunque brindar un homenaje tan exacerbado al celuloide habría dejado huérfana la esencia de la historia.
El "happy end" por el que opta Carmen Martín Gaite no podía por menos que recompensar la intensidad con la que vive Sara su historia. Finalmente, tras sus aventuras con la abuela, con el "lobo" Mr. Woolf, que sin ser tal, bien pudiera serlo por su descripción física, y por supuesto con el hada "coadyuvante" Miss Lunatic, Sara Allen decide plantarle cara a todos sus miedos y aplicar la enseñanza transmitida por Miss Lunatic, viviendo su aventura plenamente y lanzándose al vacío con todas las consecuencias.
Nos han quedado muchos asuntos pendientes, quizás podríamos haber reflexionado sobre la soledad a la que se enfrentan todos los personajes, sobre el miedo a la libertad y sobre el peligro que supone el ser humano para sí mismo. Estos temas están aquí y siguen pendientes de reflexión, por lo que algún día, a lo mejor, podemos releer este cuento maravilloso, sin prisa, como haría Miss Lunatic.

miércoles, 25 de abril de 2007

Mucho gusto, Miss Lunatic


Miss Lunatic es una mujer muy vieja, vestida con harapos que aparece por las calles de Manhattan cuando empieza a oscurecer. Sabe leer la palma de la mano, pero realmente su gran pasión es recoger gatos sin dueño para buscarles un hogar y ayudar a los desesperados a encontrar la fe y a descubrir la razón de su malestar. Quizás el alter ego de Carmen Martín Gaite, Miss Lunatic fascina por su disponibilidad ante la vida, posiblemente la misma de la que hizo gala su madre literaria. Está dispuesta a vivir el momento aunque aparentemente le ofrezca algo menos valioso. Es un personaje que llena de esperanza. Presenta un modelo de vida completamente diferente al que estamos obligados a vivir y de hecho vivimos. Miss Lunatic es el paradigma de la renuncia a las cosas superficiales. Es valiente y en este cuento, al igual que entrega a Sara la moneda de cobre, nos deja a nosotros los lectores otra "moneda-llave": en la vida podremos encontrar laberintos tortuosos pero podemos salir. Su enseñanza es que "quien no ama la vida, no encuentra el camino" (pág.180).

Sara Allen es una niña verdaderamente afortunada por conocerla y por ser la portadora de su secreto. Sara supo ver con los ojos del alma, lo más profundo de la personalidad de Miss Lunatic que, escondida bajo un sombrero de alas tan anchas que apenas dejan verla, oculta un rostro reflejo de la espontaneidad, de la independencia, de la franqueza, de la sencillez, de la osadía... y que sólo pudo ver quién, detrás de una mirada cándida, encubría unos irrefrenables deseos de libertad.


¿A qué llaman vivir?

Para mí vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos, no permitir que nos humillen o nos engañen, no contestar que sí ni que no sin haber contado antes hasta cien como hacía el Pato Donald... Vivir es saber estar solo para aprender a estar en compañía, y vivir es explicarse y llorar... y vivir es reírse...

Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite

lunes, 23 de abril de 2007

Celebración del Día del Libro


Hoy, 23 de abril, se celebra el día del libro en conmemoración de la muerte de dos grandes de la literatura universal: Miguel de Cervantes y William Shakespeare. Murieron en el mismo día aunque con distintos calendarios: según el calendario Gregoriano el español, y según el Juliano, el literato inglés. Nuestro club de lectura, como no puede ser de otra manera, también celebra este día de libros y flores. Para ello, no estaría de más recordar un pasaje de uno de nuestros libros más universales. Apareció en Burgos allá por 1499. Era una obra compuesta por dieciséis actos, y autor discutido, que con el pasar de los tiempos se ha atribuido de manera más o menos certera a Fernando de Rojas, y se ha convertido en uno de los clásicos más influyentes de la literatura universal. Es como no, la Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea.

Esta es la Escena III del Acto II:

(Calisto ha contratado a Celestina para que actúe de mediadora en sus amores con Melibea)

PÁRMENO: Aquí estoy, señor.
CALISTO: Tú, Pármeno, ¿qué te parece de lo que hoy ha pasado? Mi pena es grande, Melibea alta, Celestina sabia y buena maestra destos negocios. No podemos errar. Tú me la has aprobado con toda tu enemistad. Yo te creo. Que tanta es la fuerza de la verdad que las lenguas de los enemigos trae a sí. Así que, pues ella es tal, más quiero dar a esta cien monedas que a otra cinco.
PÁRMENO: (Aparte.) ¿Ya las lloras? ¡Duelos tenemos! ¡En casa se habrán de ayunar estas franquezas!
CALISTO: Pues pido tu parecer, séme agradable, Pármeno. No abajes la cabeza al responder. Mas como la envidia es triste, la tristeza sin lengua, puede más contigo su voluntad que mi temor. ¿Qué dijiste, enojoso?
PÁRMENO: Digo, señor, que irían mejor empleadas tus franquezas en presentes y servicios a Melibea que no dar dineros aquélla, que yo me conozco y, lo que peor es, hacerte su cautivo.
CALISTO: ¿Cómo, loco, su cautivo?
PÁRMENO: Porque a quien dices el secreto, das tu libertad...


¡FELIZ DÍA DEL LIBRO!


martes, 17 de abril de 2007

Funciones o fases de los cuentos

En la primera parte de Caperucita en Manhattan nos encontramos con la "situación inicial", la presentación del contexto y los personajes. Sin embargo, ya se incluyen algunas de las funciones señaladas por Vladimir Propp en todo cuento de hadas popular. En concreto ya nos encontramos con la prohibición (Sara desea más que nada ir a Manhattan sola pero su madre no sólo no lo permite sino que la lleva con la mano muy apretada todo el trayecto). Esta primera parte termina además con el alejamiento: los padres de Sara deben marcharse a causa de la muerte de su tío. Este alejamiento condicionará, como veremos, la aventura de Sara como heroína en el desarrollo posterior del relato.

Temas que se vislumbran ya en esta primera parte:
Anhelo de libertad por parte de Sara.
Deseo de reconocimiento por parte de Vivian.
Importancia de ser fiel a uno mismo y satisfacer las propias necesidades.

Hemos hablado ya de las funciones que Propp distingue en todo cuento de hadas, en total son 31, entre ellas, después del alejamiento y la prohibición, están:
- La trasgresión (de la prohibición)
- El conocimiento (el antagonista entra en contacto con el héroe)
- La información (el antagonista recibe información sobre la víctima o viceversa)
- El engaño (el antagonista engaña al héroe)
- La complicidad.
- La fechoría
- La mediación (se le formula al héroe una petición u orden y se le permite u obliga a marchar para resolver la fechoría)
- Aceptación (el héroe decide partir)
- La partida (del héroe)
- La prueba
etc.
Estas funciones corresponden a los distintos personajes (héroe o heroína, agresor, donante, auxiliar mágico, mandatario).

viernes, 13 de abril de 2007

«Caperucita en Manhattan» de Carmen Martín Gaite



"A todas las Caperucitas por ser capaces de aprender y reunir experiencias acerca de la familia, de la amistad, de la soledad, del peligro, de la monotonía de la vida diaria y del ejercicio de la libertad"








Imagen obtenida de una campaña de Conexión Colombia

Como segundo título para leer en nuestro club habíamos escogido «Mujeres que corren con los lobos» también de Clarissa Pinkola Estés, autora asimismo de «El jardinero fiel: aquello que jamás puede morir» pero ante la imposibilidad temporal de encontrar el número de ejemplares suficiente para todas nosotras, optamos por una nueva propuesta. El título elegido fue «Caperucita en Manhattan» de Carmen Martín Gaite.
Este libro, cuya primera edición es de 1990, es una hermosa fábula moderna. Es la historia de Sara, una moderna Caperucita, y sus aventuras por el "bosque urbano" (que más que bosque se diría selva) de la isla de Manhattan en Nueva York.
La primera impresión de cada una de nosotras acerca de este cuento ha sido en general positiva, si bien nuestras opiniones respecto al mismo han sido muy diversas. Para unas parece un cuento en el que se manifiesta la búsqueda de una misma, de los propios anhelos reprimidos; para otras se trata de un cuento entretenido pero la ubicación en Manhattan puede resultar algo artificial. También ha habido lugar para la tristeza , porque da la impresión de que la protagonista no es una niña feliz en su familia, y se ha vislumbrado, como no, ese toque irónico propio de su autora. Igualmente se ha opinado que los personajes y situaciones eran demasiado arquetípicos.
Se discute sobre por qué la historia de Sara puede parecer triste. Entre otros argumentos, comentamos que se trata de un cuento de hadas y como todos ellos refleja un momento del ser humano expresado ancestralmente mediante este tipo de relatos. En particular el cuento de Caperucita Roja, como otros muchos, responde a los primitivos ritos de iniciación, en los que el niño entra en el bosque, en la cabaña, para salir siendo otro, convertido en adulto. Sara, en plena pubertad, vive esa fase de transición y al mismo tiempo de fantasía.
Otro aspecto que a todas nos gustó del cuento fue el invento por parte de Sara de las farfanías, palabras inventadas por ella, pero con un significado real.
A continuación pasamos al análisis de los personajes y la discusión se centró sobre los modelos de mujer representados por la madre (Vivian) y la abuela (Rebeca) de Sara.
La madre corresponde exactamente con el arquetipo del Bienhechor de la psicología iunguiana. Representa la nutrición el cuidado de los otros, pero en su lado oscuro resulta una madre sofocadora, victimizada y culposa, que no discrimina entre las verdaderas necesidades de los otros y su necesidad de sentirse útil y valorada.
La abuela sin embargo representa a la mujer libre e independiente, es soñadora y odia la monotonía y la sumisión a las reglas. Sin embargo esa libertad no parece hacerla del todo feliz ya que en algún momento manifiesta la necesidad de amar a alguien (o de ser amada).
Sara, ubicada entre dos modelos tan opuestos, desprecia el modelo representado por su madre y desea ser como su abuela. De mayor lo que quiere es "ser actriz y pasarse todo el día tomando ostras con champán y comprándose abrigos con el cuello de armiño, como uno que llevaba de joven su abuela Rebeca" (p. 39)
Surge entonces una pregunta: ¿Es la abuela un mejor modelo de madre que su hija Vivian?No parece que sea así ya que Rebeca, en su deseo de libertad, parece no haber cubierto las necesidades afectivas de su propia hija quien, una vez adulta, enmascara su propia "orfandad" volcándose exageradamente en su papel de madre, no sólo para su hija sino para su marido y para su propia madre, quienes ni aprecian ni necesitan tales cuidados.